Llega la hora de volver cada uno a su casa a celebrar las Navidades con familiares y amigos, así que hay que llevar algo típico de Córdoba. Lo que se suele llevar uno de estas ciudad es el Pastel Cordobés.
La cocina de Córdoba está, en gran parte, influenciada por la época de los árabes en España, que constituyeron el reino de Al-Andalus hasta la reconquista cristiana.
El pastel cordobés (o “Manolete”) combina los sabores dulces con los salados, está hecho a base de una masa de hojaldre, manteca de cerdo y cabello de ángel, y normalmente aparece presentado relleno de jamón serrano y con azúcar espolvoreada por encima. Este pastel, que bien se puede tomar como postre o durante cualquier hora del día, suele venir presentado con vino de pasas, que no hace más que acentuar el gusto dulce-salado que de por sí ya posee.
El pastel cordobés aparece en dos versiones. La primera, en forma de pastel grande, y se suele comer durante las reuniones familiares; la segunda, de una manera más reducida, de unos 12 a 14 centímetros, y suele ser conocida por el nombre de “Manolete”. Según la leyenda, este torero siempre que iba a Córdoba, solicitaba tener siempre a su disposición algún pastel durante todo el tiempo que duraba su visita, por lo que las pastelerías de la ciudad acabaron por dedicarle el nombre.
Esta receta se creó en el s.XIX, aprovechando las cualidades que daba la huerta, la harina de trigo y la cidra (que es de donde proviene el cabello de ángel). En concreto, lo crearon entre algunas de las confiterías de la ciudad y su introducción en la cultura gastronómica cordobesa fue tan exitosa que desde entonces esta receta no ha perdido ni un ápice de su popularidad y apego en la ciudad donde nació.
El pastel cordobés se suele consumir durante todo el año, pero especialmente en las siguientes fechas: el 24 de octubre, San Rafael; y durante el 17 de noviembre, San Acisclo y Santa Victoria, que se conmemora la jornada del pastel cordobés. Así que en cualquier momento podemos acercarnos a esta ciudad del sur de España a disfrutar de su gastronomía, a pasear por la Mezquita o el Alcázar de los Reyes Católicos.
El precio es variables pero uno mediano os puede costar unos 12 a 15 euros. Y cuidado con el viaje, porque al ser hojaldre, llega como llega....dispersado por la caja, salvo que le cuideis bien en el viaje. Suele gustar bastante. Yo le recomiendo relleno aunque sin rellenar también es muy bien aceptado. Hay varias pastelerías que los venden. Se pueden encargar.
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